Antes de la pandemia, las personas migrantes pasaban en promedio una semana en las estaciones migratorias de Panamá, pero desde que el país decretó las medidas para la contención del COVID-19 se ven obligadas a permanecer en esos centros hasta que se autorice la apertura de las fronteras, lo que cambia su itinerario de viaje y les genera incertidumbre sobre el período que estarán en ese país mientras ven cómo se van agotando sus escasos recursos .
Son las 6 de la mañana, el calor intenso, la humedad excesiva, el canto de las gallinas, los mosquitos, moscas y otros insectos dan los buenos días a las más de mil de personas que se encuentran en la Estación de Recepción Migratoria en la comunidad de La Peñita en la provincia de Darién, en Panamá, cerca de la frontera con Colombia. Mientras se levantan de sus colchones y colchonetas, la primera pregunta que probablemente se realizan es si ya será posible continuar su travesía hacia a Estados Unidos y Canadá.
Las mujeres, hombres, niños y niñas que llegan a Darién han logrado superar un trayecto de entre cuatro y siete días de extenuantes caminatas por el extenso y duro territorio de selva tropical húmeda que conecta la frontera de Panamá y Colombia, conocido como el “Tapón del Darién”. Este tramo inhóspito de selva tropical enfrenta a las personas a diversos peligros que van desde picaduras de serpientes e insectos, hasta violaciones, robos y, posiblemente, la muerte.
Los cierres de frontera y las medidas de cuarentena decretadas desde hace más de 50 días por el Gobierno de Panamá para contener la transmisión del COVID-19 no les ha permitido continuar con su itinerario, mientras que la espera también les ha agotado el poco dinero con el que contaban para comida, agua y algún producto de primera necesidad, dejándolas en condiciones de mayor vulnerabilidad frente a la pandemia.
En Panamá existen cuatro estaciones de recepción migratoria, tres de estas se encuentran en la provincia de Darién y la cuarta en Los Planes de Gualaca en la Provincia de Chiriquí, limítrofe con Costa Rica. Las cuatro estaciones albergan un total de 2527 personas migrantes entre hombres, mujeres, niños y niñas de origen caribeño, africano y asiático, en su mayoría de nacionalidad haitiana, congoleña, bangladesi o yemení.
La estación migratoria de La Peñita, en Darién, es la que alberga al mayor número de personas, en total 1724, de estos 500 son niños, niñas y adolescentes. Las estaciones migratorias en la provincia de Darién son operadas por el Servicio Nacional de Fronteras (SENAFRONT) que se encarga de apoyar con las tareas de logística, control y coordinación.
Antes del COVID-19, las personas migrantes pasaban en promedio una semana en las estaciones migratorias, período en el que se les realiza pruebas biométricas que incluyen el control del iris y la toma de huellas dactilares. Igualmente, el Ministerio de Salud les hace una revisión médica y les suministra las vacunas correspondientes para que puedan continuar su viaje a la frontera con Costa Rica; sin embargo, desde que se decretaron las medidas para la contención del COVID-19, se han visto obligadas a permanecer en las estaciones migratorias hasta que se autorice la reapertura de las fronteras, lo que no solo ha cambiado su itinerario de viaje, sino que les ha generado incertidumbre sobre el período que estarán ahí.
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